En la antiguedad expresada como "beber los vientos y los elementos", no se conoce con precisión cuándo se comenzó a utilizar, probablemente en los inicios medievales, sin embargo se sabe que hace referencia al comportamiento de ciertos perros dedicados a la caza (conocidos como venteadores), en el que al seguir un rastro olfativo por el aire, parece que se lo estuvieran bebiendo, momento en el cual intentan apresuradamente dar alcance a la presa.
Otra teoría asemeja los suspiros de los enamorados a la acción comentada.
Fresco de caza con perros de la ermita de San Baudelio de Berlanga |