Según Sebastián de Covarrubias en su célebre libro "Tesoro de la lengua castellana o española", el origen de esta expresión procede de la antigua costumbre de "las criadas", en la época estival, de echar agua al suelo de los exteriores de las casas para que cuando los "amos" regresaran, el ambiente estuviera refrescado. Cuando lo hacían, el agua zigzagueaba por los adoquines o baldosas pareciendo que bailara.
Extracto del "Tesoro de la lengua castellana o española" 1611 |
Con el tiempo, ese hecho modificó su significado hasta alcanzar el sentido que hoy en día le damos.