Empleamos este modismo cuando queremos desviar la culpa de un hecho a otra persona que es ajena a él y por lo tanto inocente. Por ejemplo: "Juan evitó la sanción económica ocultando sus fallos en la contabilidad y echándole el muerto a Pedro"
Parece ser que su origen proviene de las antiguas leyes jurídicas medievales, según las cuales, cuando en una localidad aparecía el cadáver de una persona con evidencias de haber sido asesinada y no se podía determinar el autor del crimen, los habitantes de dicha zona estaban obligados a pagar conjuntamente una sanción conocida por el nombre de "homicisium".
Con el objeto de evitar el pago de esa multa, los lugareños, cuando encontraban tal situación y antes de que las autoridades lo descubrieran, solían ocultar el cuerpo y transportarlo sigilosamente a las inmediaciones de una localidad colindante, haciendo por lo tanto, que el coste recayera en sus vecinos. El hecho en sí de la responsabilidad de su transporte dio origen a otro uso: "Cargar con el muerto", actualmente conocida.
El empleo de la expresión "echar el muerto a otro" se acuñó por este conjunto de actos y ha llegado hasta nuestros días con el significado ya conocido.
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