Existen algunas teorías sobre el origen de este modismo. La primera de ellas se refiere al derivado del verbo "chistar" como onomatopeya de mandar callar: "¡Chist!" que se suele acompañar poniendo el dedo índice perpendicular a los labios.
Otro más elaborado proviene del periodo medieval, en el que era conocido el empleo del guepardo domesticado por los árabes para la caza, al que llamaban "chita" (sirva como referencia fonética "cheetah" en inglés). Éstos, introdujeron ese modelo en la Península Ibérica, sin embargo, Alfonso X el Sabio, prohibió esta práctica. No obstante, se continuó realizando de manera furtiva y al hacerlo así se refirieron a ella como "cazar con la chita callando" o de una manera silenciosa.
La última teoría hace alusión al antiguo juego de la "chita" también llamado "juego de las tabas" (la taba, chita o astrágalo empleado, es un hueso de la pata de los corderos, probable precursor del dado debido a sus seis caras), el cual consistía en ganar una partida en función de la posición de la caída de tales piezas al golpearlas con tejos o simplemente al tirarlas. Era practicado por niños y adultos, pero cuando estos últimos lo hacían, eran muchas veces objeto de apuestas, las cuales fueron prohibidas, y como es de adivinar, se continuaron jugando a escondidas, dando de nuevo el significado a nuestra expresión.
Reprentación de chicas jugando a las tabas en la sección del cuadro "Juegos infantiles" de Jan Brueghel el Viejo |
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