Utilizamos este modismo, o su variante "venir a pelo", para hablar de una situación que nos es propicia o favorable. Por ejemplo: "Me viene al pelo que saques el tema del partido, porque quiero comentarte una jugada".
Su opuesto sería "ir a contrapelo", una situación que se antoja desfavorable.
Este uso proviene de la forma en la que desde antiguo se ha peinado de forma más efectiva las pieles de los animales tanto para su limpieza como para su curtido, realizándolo en dirección al crecimiento de éste. También se refiere a la forma de acariciarlos, más placentera cuando ésta se realiza en dicho sentido.
Otra derivación apunta como origen a las armas de fuego montadas "al pelo", aludiendo a que el roce de un pelo en el gatillo haría que se dispararse el arma.
El comienzo del uso de esta expresión data probablemente de mediados del siglo XVIII (que es de cuando se comienzan a tener registros) y con el significado comentado ha llegado a nuestros días.